jueves, julio 13, 2006

La Educación Integral en la Formación Pastoral del niño de 6 a 12 años (serie completa)

 
Autor: Centro de Asesoría Pedagógica, es.catholic.net

Capítulo 1: Los niños de seis años

 
A esta edad los niños ya conocen que son una persona. Quieren que los consideren y los traten como tal. Comienzan a dominar sus impulsos y son capaces de ir tomando responsabilidades que exigen pequeños sacrificios.
 
Aspecto físico:
 
·        Están creciendo notoriamente, han dejado de ser bebés y eso los llena de orgullo.
El catequista debe aprovechar este orgullo, utilizándolo como motivación para lograr los objetivos:”…como ustedes ya son niños grandes, podemos...”
·        Presentan un progreso notable en coordinación motora; son capaces de hacer casi todos los movimientos de un adulto.
El catequista deberá aprovechar estas habilidades poniendo algún ejercicio motriz cuando el grupo se encuentre distraído o inquieto, con distintas órdenes de lo que deben hacer: manos arriba, abajo, saltar con dos pies, con uno solo, agacharse, etc. También se puede aprovechar para variar la dinámica de la clase con diversas actividades manuales: dibujar, pegar, recortar, armar, etc.
·        Son inquietos, les gusta que se les cambie de actividad y que haya movimiento en dichas actividades.
El catequista deberá evitar tenerlos sentados toda la clase. Deberá dar la clase variando las actividades y poniendo mucho entusiasmo en cada una de ellas: cambiando el tono de voz, gesticulando, haciendo mímica, cantando, organizando dinámicas, representaciones y juegos. Si en algún momento a lo largo del curso se presenta la oportunidad, los puede sacar al jardín a caminar, correr y jugar, aprovechando la experiencia para que aprecien la naturaleza que nos regaló Dios.
 
Aspecto intelectual:
·        Tienen poca capacidad de atención. Se distraen cuando la explicación dura más de dos o tres minutos.
El catequista deberá hacer la clase muy participativa, intercalando preguntas, anécdotas y objetos visuales que llamen la atención de los alumnos y que los involucren en el tema.
·        Su pensamiento se basa en lo concreto principalmente.
El catequista deberá dar pocas ideas abstractas ilustradas con muchos ejemplos concretos y objetos visuales y palpables.
·        Se esfuerzan por comprender lo que se les explica.
El catequista deberá esforzarse en lograr que comprendan, explicándoles el por qué de las cosas: de las reglas de disciplina del salón de clases, del buen comportamiento en casa, de la importancia de asistir a misa, etc.
·        Ya captan el sentido del humor, gozan con los chistes simples.
El catequista puede introducir o terminar la clase con un chiste y reírse con ellos. Esto favorecerá mucho su relación con los niños.
·        Pueden representar mentalmente cosas y hechos, les encantan las historias y los cuentos.
El educador puede utilizar historias para sus enseñanzas, preguntarles lo que entendieron y que ellos lo expliquen, lo dibujen, lo escenifiquen, que cierren sus ojos y se imaginen las tres cosas que más le gustaron del tema que se vio en la clase.
·        Entienden las motivaciones a corto plazo, no a largo plazo.
Pueden captar que tendrán una fiesta el viernes y estar entusiasmados, pero no será lo mismo con las vacaciones que serán dentro de un mes. El catequista deberá tener presente que no puede utilizar como motivación un premio al final del año, sino que es más conveniente premiarlos con pequeños incentivos en cada clase.
 
Aspecto afectivo:
·        Están centrados y gobernados por sus sentimientos, la razón no tiene gran influencia en sus actos.
El catequista deberá aprovechar esta efusión de sentimientos evitando dar explicaciones demasiado racionales, sino más bien que muevan los sentimientos de los niños. Se les puede explicar lo tristes que se sienten los demás cuando nos portamos mal con ellos, de lo feliz que se pone Dios cuando nos portamos bien. Eso lo entienden mejor que si se les habla de deberes y mandamientos. Ante los sentimientos y actitudes negativas, hay que enseñar a controlarlos.
 
·        Tienen un corazón lleno de cariño, entusiasmo y alegría. Se conmueven fácilmente con los que sufren. Desean ayudar.
El catequista deberá enseñarles cómo pueden ayudar a los demás encauzándolos en alguna obra concreta para ayudar a los demás: explicando al que no entiende la tarea, jugando con alguien que esté solo, visitando a algún enfermo, rezando por los demás, haciendo una colecta de ropa o juguetes, etc.
·        Son muy expresivos: brincan, lloran, ríen, se enojan.
Esta facilidad de expresión se puede aprovechar en las dinámicas de clase para actuar algún tema, para cantar una canción, para organizar juegos y para vivir los tiempos litúrgicos de la Iglesia.
·        Necesitan adquirir confianza en sí mismos. La imagen que tienen de ellos mismos depende de la opinión de los adultos. Quieren agradar y triunfar. Cuando hacen lo que se espera de ellos se sienten muy orgullosos.
El catequista deberá tener cuidado al corregir los errores o malos comportamientos, haciéndolo de forma que no los humille y siempre recordándoles que valen mucho aunque a veces se equivoquen. No “etiquetarlos”. Evitar gritarles y castigarles.
Es recomendable darles responsabilidades a su alcance para que adquieran seguridad y confianza en sí mismos. Felicitarlos cuando hagan algo bien. Orientar su deseo de agradar para ser “los campeones” en el conocimiento y vivencia de la Fe Católica.
 
Aspecto social:
·        Están empezando a salir de sí mismos para interesarse por amistades fuera de la familia. Comienzan a dar sus primeros pasos hacia la independencia.
Es conveniente velar porque exista un clima de confianza y respeto en el salón de clases para que se puedan dar amistades entre compañeros. Conocer los grupitos de amigos para utilizarlos en los ejemplos de la clase.
·        Se despierta la conciencia del “nosotros”, la conciencia de ser grupo.
El catequista debe esforzarse por conocer a cada uno de los alumnos y conocer lo que pasa y lo que sienten en el grupo. Detectar si existen problemas con algún alumno en relación con el resto del grupo.Se les puede motivar con concursos por grupo, fomentando el espíritu de equipo y la generosidad.
·        Niños y niñas se separan aunque estén en grupo mixto.
En el caso de manejar grupos mixtos, se pueden organizar juegos en los que puedan convivir niÒos y niÒas. También se puede utilizar como motivación para que se superen o trabajen mejor: “ a ver quién responde más rápido: los niños o las niñas”
·        Quieren sobresalir y eso puede ocasionar envidias, acusaciones y críticas.
Desalentar las actitudes negativas fomentando la responsabilidad personal sin dar tanta importancia a su afán de ser los primeros. Evitar hacer demasiados comentarios de un solo niño como el mejor.
·        Son serviciales.
Es muy recomendable tener ayudantes para lo que se necesite e irlos rotando (quien haga la oración, quien reparta material, quien ayude con el material de la catequista, quien borre el pizarrón, etc).
Aspecto moral:
·        No distinguen claramente entre el bien y el mal. Tienden a repetir lo que les dicen sus padres y maestros.
El ejemplo del catequista deberá ser intachable, pues los niños repetirán lo que él diga o haga.
·        Distinguen lo propio de lo ajeno. Su sentido de justicia se limita a la reciprocidad: “Tú me das y yo te doy.”
El educador deberá fomentar el respeto hacia los demás y hacia sus cosas. Educar en la generosidad enseñándoles por qué es importante compartir aunque aparentemente no reciban nada a cambio.
·        Son dados a inventar historias para llamar la atención. Tienen una gran imaginación.
Poco a poco el catequista deberá enseñarles a diferenciar lo real de lo imaginario, que entiendan que Dios no puede ser igual a los personajes “todopoderosos” de las caricaturas. Sin embargo, no se les debe regañar por sus invenciones, pues no las hacen con el afan de mentir, sino que su imaginación es tan poderosa que pueden realmente creer en lo que se imaginan.
·        Quieren ser obedientes, pero sus actos suelen adelantarse a sus intenciones.
Corregir las desobediencias con comprensión, dándoles oportunidad de dar una explicación. Felicitarlos cuando hayan obedecido o hecho un gran esfuerzo por obedecer. Esto los hará sentir muy bien.
Aspecto religioso:
·        Es fácil para ellos creer. No necesitan grandes explicaciones para entender que Dios da la vida, que nos hizo, que nos quiere.
El catequista deberá aprovechar este momento de fe sencilla para hacerlos que conozcan más a Dios, en sus atributos, en sus cualidades, en su amor a los hombres.
·        Se relacionan con Dios a nivel de sentimientos y según se lo indican sus mayores.
Recordarles siempre lo bueno que es Dios y lo mucho que los quiere. Recordarles que la mejor manera de demostrarle a Dios que lo quieren es con sus buenas acciones.
·        Ya son capaces de hacer unos momentos de oración en su interior.
Es recomendable dedicar un momento de la clase a la oración personal, pero siempre dirigida por el catequista, pues de otra manera la imaginación se los llevará. La oración con cantos es muy útil en esta edad, pues en ella utilizan la riqueza de sus sentimientos y su capacidad de expresión.
·        Les gustan las clases de Catecismo.
Se debe aprovechar este gusto natural para fomentar el verdadero amor a Dios y a la Virgen María, dando explicaciones breves y con un lenguaje adecuado para los niños. Aprovechar esta edad para que le encuentren sentido a las ceremonias religiosas. Lograr que el recuerdo de la catequesis a los seis años sea tan agradable que les dure para toda la vida el deseo de conocer más a Dios.
 
Técnicas didácticas más convenientes
para utilizar en la catequesis de esta edad:
 
Juego. Canto. Dibujo. Colorear. Franelógrafo. Actuación. Pegar. Recortar. Pintura dactilar. Seguir líneas punteadas. Moldear con plastilina o con arcilla. Dibujos con naturaleza muerta. Posters. Láminas. Lectura de la Historia Sagrada. Escuchar relatos, narraciones. Porras. Escenificaciones. Trabajos manuales.

Capítulo 2: Los niños de siete años

 
 
A esta edad, los niños ya tienen una idea clara de ellos mismos; saben que son distintos a los demás y todo lo ven en función de ellos y de sus intereses. Son el centro de sus pensamientos y conversaciones.
Aspecto físico:
·        Son muy inquietos.
El catequista puede ponerles algún ejercicio motriz cada vez que el grupo se encuentre inquieto, con movimientos rítmicos y ordenados que los tranquilicen. Las actividades de la clase deben estar planeadas de tal manera que puedan participar los alumnos en ellas. Es recomendable seleccionar a los alumnos más inquietos como ayudantes para mantenerlos ocupados.
·        Se distraen y molestan constantemente.
Cuando esto suceda, el catequista puede hacer una pregunta de interés, contar un chiste, decir una adivinanza, cambiar de actividad (aunque no tenga que ver con el tema) para captar la atención y luego volver al tema de la clase. Es recomendable evitar quedarse sentado en el escritorio, sino más bien moverse por todo el salón.
 
Aspecto intelectual:
·        Tienen períodos de atención cortos, les gusta cambiar de actividad con frecuencia.
El catequista deberá variar las actividades de la clase y poner mucho entusiasmo en cada una de ellas. Organizar canciones, juegos y dinámicas para profundizar en el tema.
·        Son curiosos y entusiastas.
El catequista debe aprovechar la curiosidad de los niños para el mejor aprovechamiento de la clase, utilizando “sorpresas escondidas”, acertijos, adivinanzas, y frases que los dejen con interés para la siguiente clase dando alguna pista de lo que se va a tratar, de lo que se va a hacer o del tiempo litúrgico que se va a vivir en la Iglesia.
·        Todavía les cuesta trabajo captar lo abstracto.
El catequista debe prever actividades para hacer que entiendan los conceptos abstractos a través de ejemplos concretos, objetos visuales y palpables, dinámicas y experiencias que les hagan vivir lo que están aprendiendo.
·        Les gusta no sólo oír la idea, sino gritarla, cantarla, actuarla.
La clase de catequesis se puede volver muy dinámica y divertida si el catequista aprovecha este gusto de los niños. Ellos sienten que están jugando y los contenidos se graban en su mente a través del canto, de los gritos y las actuaciones.
·        Les gusta el dibujo, la lectura y la música.
Es una ventaja, pues para hacer la clase divertida, el catequista no tendrá que planear dinámicas muy complicadas: con ponerlos a dibujar y a cantar, los niños estarán encantados.
Aspecto afectivo:
·        Tienen una sensibilidad muy viva. Se emocionan fácilmente y no saben controlar sus sentimientos: pueden pasar de estar sonrientes y amables a enojones y de malas en un instante. Por lo general son cariñosos y alegres.
El catequista deberá tratarlos con cariño y delicadeza y evitar gritarles y castigarles. Aprovechar esta sensibilidad para acercarlos a Dios y a los más necesitados a través del canto y de la narración de historias tiernas. Poco a poco enseñarles a controlar sus sentimientos, alentando las buenas actitudes y desalentando las malas.
·        Necesitan adquirir confianza en sí mismos. Se sienten orgullosos cuando hacen lo que se espera de ellos, quieren agradar y triunfar. Quieren ser niños buenos, ser admirados y valorados.
El catequista deberá darles cariño y comprensión, hacer que se sientan apreciados y aceptados . Elogiarlos con palabras cuando hagan lo que se espera de ellos y felicitarlos por su buen comportamiento. Decirles frases de aliento constantemente. Destacar sus cualidades, no sus defectos. Darles pequeñas responsabilidades dentro del salón de clases.
·        Todo lo ven en función de ellos y sus intereses.
No se les pueden pedir grandes obras de generosidad, pues el egocentrismo es parte de su proceso de maduración, pero sí se les puede hacer ver el amor que reciben de Dios y poco a poco irlos educando en la generosidad, a través de pequeños sacrificios. Se les debe hacer notar que ellos son los que más ganan cuando son generosos con los demás.
·        Les gustan las colecciones.
El catequista puede aprovechar este gusto para la motivación: que durante el año coleccionen buenas acciones, estrellas por portarse bien, sellos de buena conducta en su cuaderno, o cualquier otra cosa que ayude a la clase. Estarán felices de hacerlo.
Aspecto social:
·        Hacen amistades con facilidad y defienden a sus amigos.
El catequista debe fomentar en el salón de clases un clima agradable y de compañerismo, en el cual se conozcan los niños y puedan hacer y mantener amistades. Que exista respeto entre los alumnos del salón. Aprovechar su gusto por defender a los amigos, para hacerles ver que deben defender a la Iglesia, a su familia, a los más pobres y necesitados porque también son sus amigos.
·        Ya saben trabajar con otros en equipo.
El catequista debe aprovechar esta capacidad para organizar trabajos por equipo en relación con los temas vistos en clase o el tiempo litúrgico de la Iglesia. Sin embargo, debe tener en cuenta que él mismo debe dirigirlos y supervisarlos, pues aún no son capaces de organizarse.
·        No les gusta perder.
El catequista deberá ser capaz de manejar los descontentos que puedan surgir si organiza algún juego o dinámica de estilo competitivo. Es recomendable recordarles que se trata de un juego en el cual no importa quién gane sino que se diviertan y aprendan.
Aspecto moral:
·        Ya pueden distinguir claramente entre lo bueno y lo malo en ejemplos concretos: Saben que es malo robar, desobedecer y mentir entre otras cosas. Ya son capaces de valorar actitudes. Aprecian la virtud de la verdad.
El catequista puede aprovechar esta capacidad para continuar con la formación de una conciencia recta y para enriquecer sus clases con ejemplos concretos y casos que ellos mismos pueden analizar. Si algún niño hace algo malo y los demás lo acusan, el catequista debe dejar claro que la acción no es buena pero que la persona sigue valiendo mucho porque Dios nos sigue amando a pesar de que a veces hagamos cosas que no sean buenas. Felicitarlos cada vez que hablen con la verdad y si dicen mentiras, recordarles por qué no se deben decir.
·        Aceptan los castigos si están justificados, pero se rebelan si se consideran inocentes.
El catequista deberá ser muy prudente al imponer castigos y sanciones, procurando siempre tener toda la información para no cometer una injusticia.
·        Ya demuestran interés por el dinero.
El catequista deberá enseñarles el valor del dinero dentro de una escala de valores para que aprendan a situarlo en el lugar que le corresponde. Ponerles ejemplos de gente generosa que con su dinero ha ayudado a muchas obras de la Iglesia. Se puede aprovechar para fomentar el hábito del ahorro. Se les puede proponer hacer colectas u obras generadoras de fondos para apoyar a las misiones, a las vocaciones o a su parroquia.
Aspecto religioso:
·        Tienen una fe espontánea pues perciben que hay un ser superior a ellos. Van formando su imagen interna de Dios y gustan de su relación con Él. Dios es para ellos una fuerza misteriosa. Es su protector.
El catequista deberá presentarles realidades y buenas imágenes de Dios, ya que si éstas son buenas, Dios será bueno para ellos. Deberá evitar manejar la imagen de Dios como juez que únicamente juzga y castiga y que está viendo si se portan bien o mal, sino más bien la imagen de Dios Padre bueno que quiere muchísimo a sus hijos y que siempre está dispuesto a ayudarles en lo que ellos necesiten.
·        Su religiosidad está más a nivel imaginación que realidad.
No distinguen aún la realidad de lo que sucede en su imaginación, por lo cual tienden todavía a atribuirle intenciones a las cosas como si estuvieran animadas. Dios es una fuerza misteriosa para ellos y rezan como si Dios fuera una lámpara mágica. Les gusta repetir las palabras y los gestos de los ritos religiosos, aunque no le encuentren sentido ni los entiendan.
El catequista deberá enseñar a los niños que Dios sabe qué es lo que más nos conviene y cuál es el mejor momento para darnos o no darnos lo que le pedimos.
Algunos ya comienzan a aprender gestos, ritos y comportamientos religiosos porque reciben a esta edad el sacramento de la Penitencia y de la Primera Comunión. Por esto, es un buen momento para enseñarles el sentido de participar con la comunidad de la Iglesia y el significado de los sacramentos, de los tiempos litúrgicos, y de las ceremonias religiosas y los ornamentos utilizados en ellas.
·        Les gusta oír historias de la Biblia y representarlas o dibujarlas.
Es un buen momento para preparar una pastorela o una representación de cualquier historia de la Biblia, ya que les encanta la actuación.
 
Técnicas didácticas sugeridas para esta edad:
El dibujo. Modelado con plastilina o con arcilla. Dramatización. Entrevistas sencillas. Trabajos de recortar y pegar, iluminar. Lecturas sencillas de vidas ejemplares. Escuchar relatos, narraciones. Escenificaciones. Trabajos manuales.
 

Capítulo 3: Los niños de ocho años

 
 
A esta edad los niños se caracterizan por tener una mayor conciencia de sí mismos: saben que valen, pueden, tienen, aman. Entran a la edad de la razón.
Aspecto físico
·        Les gusta estar en movimiento: correr, saltar, perseguir, luchar y jugar incansablemente.
El catequista deberá dar la clase con mucho entusiasmo y utilizando materiales didácticos atractivos para mantener la atención de los alumnos.
Si se presenta la oportunidad a lo largo del curso, el catequista podrá sacarlos al patio o jardín para llevar a cabo juegos organizados y dinámicas en los que puedan correr, saltar, divertirse y aprender.
·        Controlan más sus manos y sus ojos que en edades anteriores. Pueden permanecer en una misma postura más tiempo que a los siete años. Les gusta el dibujo y demuestran interés por la música y la lectura.
El catequista deberá fomentar el hábito de la lectura, sugiriéndoles libros adecuados a su edad, que puedan ayudar a su formación y a vivir los tiempos litúrgicos marcados por la Iglesia. Motivar a que visiten la Biblioteca del colegio o parroquia. Ponerlos a dibujar lo más importante de los temas tratados en el curso y en los tiempos litúrgicos. Enseñarles canciones y si es posible acompañarlas con algún instrumento. Aprovechar el control viso-motor para hacer más variadas las actividades en la clase: los niños ya son capaces de recortar perfectamente, de armar un rompecabezas, rellenar espacios en blanco, resolver crucigramas, etc.
Aspecto intelectual
·        Comienza la edad de la razón y ésta va tomando importancia sobre los sentimientos. Comprenden razones y les gusta que les expliquen el por qué de cada cosa.
El catequista deberá aprovechar su curiosidad para explicarles la razón de las cosas: por qué el sacerdote viste de distinto color en la Misa, por qué le gusta a la Virgen que recemos el Rosario, por qué los mandamientos son un camino al cielo, etc.
·        Tienen capacidad para memorizar las cosas: aprenden verdades, poesías y cantos con facilidad.
Es el momento ideal para enseñarles los conceptos que deben memorizar en la catequesis, pues les gusta hacerlo y se sienten orgullosos cuando lo consiguen: los mandamientos de Dios y de la Iglesia, los sacramentos, los pasos para un examen de conciencia, los misterios del Rosario, las partes de la Misa, etc. Enseñarles canciones que los acerquen a Dios.
·        Entienden lo que se les explica y recuerdan lo que se les pide que recuerden.
El catequista deberá hacer esquemas para destacar la idea o ideas principales del tema para facilitar el aprendizaje de los alumnos. Explicar el tema de modo claro y, al terminar, preguntar si no tienen ninguna duda. Aclarar las dudas que puedan surgir en ese momento o cuando se presenten. Decirles qué es lo más importante del tema para que sepan qué es lo que deben recordar.
·        Tienen mucha imaginación. Entienden y sienten imaginando.
El catequista deberá hacer que utilicen su imaginación para profundizar en los temas del libro: que se imaginen cómo era Jerusalén, cómo fue la Última Cena, cómo vivían los apóstoles, etc.
·        Períodos de atención un poco más largos que a los siete años. Saben seguir una historia o un pensamiento.
Ya no es tan necesario actuarles las historias o ayudarse de elementos palpables como un año antes, pues ya son capaces de visualizar el sentido de las puras palabras. No por eso deben eliminarse los materiales visuales, pero ya no son indispensables como antes, pues ya los niños son capaces de comprender ideas abstractas como la bondad, la belleza, la luz de Cristo, etc.
Aspecto afectivo
·        Necesitan expresarse y gozan haciéndolo.
El catequista puede aprovechar esta necesidad de expresarse para conocer profundamente a cada uno de sus alumnos, dándoles oportunidades para que expresen sus pensamientos, sentimientos y deseos.
·        Temen el fracaso. Tienen ganas de agradar y de triunfar en sus tareas. Les gusta ser admirados.
El catequista deberá demostrar su apoyo a todos los alumnos y no sólo a los que sobresalen. Debe tener cuidado de felicitar a todos por igual: a algunos por sus éxitos y a otros por su avance o su esfuerzo. Para hacerlo, deberá conocer las cualidades y capacidades de cada uno de ellos.
·        Les gusta obedecer, ser responsables y autónomos.
El catequista deberá empezar a tratarlos como grandes, dándoles instrucciones precisas pero confiando en que las seguirán sin necesidad de tanta supervisión. A los niños de esta edad les gusta sentir que confían en ellos y que los adultos los creen capaces de cumplir con sus responsabilidades por sí solos.
·        Del egoísmo pasan al altruismo.
El niño que sólo pensaba en sí mismo, de pronto empieza a regalar todo lo suyo sin esperar nada a cambio. Tiene ganas de ayudar y hace con gusto todo lo que le piden. El catequista deberá aprovechar el momento para educar en la virtud de la generosidad, a través de actividades en que los niños disfruten el placer y la satisfacción de dar algo a los demás.
 
Aspecto social
·        Tienen gusto por sus compañeros e interés por su grupo. Están más integrados como grupo que antes.
El catequista puede aprovechar esta integración para motivarlos como grupo, para ser los mejores como grupo, para ayudarse como grupo, para pedir en la oración por las necesidades del grupo. Aprovechar la integración con su grupo para hablarles de la unidad de la Iglesia y de la unión familiar. Si ellos sienten que pertenecen a ese grupo, estarán motivados para defender, ayudar, pedir en la oración por la Iglesia y sus miembros.
·        Hacen favores con gusto
El catequista puede solicitar su ayuda cuando sea necesario e ir cambiando a los niños para que todos tengan la oportunidad de ayudar en la clase.
·        Saben esperar su turno para hablar y son capaces de escuchar a otros.
Esto facilita la labor del catequista en clase, pues ya no tendrá que preocuparse de controlar las interrupciones. Se debe aprovechar este momento para enseñarles la riqueza que podemos encontrar en las palabras de otros y la importancia del respeto.
Aspecto moral
·        Traducen su amor en actitudes y acciones de la vida diaria.
El catequista deberá aprovechar para darles muchas ideas de cómo pueden expresar su amor a los demás. Es algo que hacen con gusto y de manera espontánea y se puede potenciar si les hablamos de los detalles, de compartir, no pelear, perdonar, obedecer, ayudar. Aprovechar los tiempos litúrgicos para hacerlos crecer en este aspecto.
·        Saben lo que está bien y lo que está mal.
Se puede enriquecer la clase con ejemplos de la vida en donde los niños detecten las buenas y malas acciones para la recta formación de su conciencia.
·        No les gusta que los critiquen ni que los traten con desprecio, burla o con bromas.
El catequista deberá tratarlos con cariño y respeto. Si se tiene que hablar con alguno de ellos por algún problema, hacerlo de forma personal y en privado. Recordar que son muy sensibles y evitar herir sus sentimientos. No permitir burlas o apodos dentro de la clase.
 
Aspecto religioso
·        Se están formando una imagen interna de Dios que la visualizan a partir de los símbolos y cultos que frecuentan. Su religiosidad sigue siendo antropomórfica, animista, mágica y ritualista.
El catequista deberá proporcionar a los niños una imagen bondadosa de Dios Padre. Explicarles la importancia y el sentido de la oración, de ir a misa, de la devoción a la Santísima Virgen. Evitar llevarlos a ceremonias religiosas demasiado largas, pues esto deformaría su imagen de Dios, convirtiéndolo en un Dios aburrido.
·        Ya comprenden que el amor a Dios se expresa en el amor a los demás.
El catequista deberá motivarlos a que su amor a Dios se haga palpable en situaciones concretas. Por ejemplo, una visita a Jesucristo, un ofrecimiento de flores a la Virgen, visitar a algún pariente enfermo, etc. Enseñarles a valorar la importancia de los pequeños sacrificios en la vida diaria y a vivir venciendo su egoísmo.
·        Pueden concentrarse en la oración en un lapso breve de tiempo.
El catequista puede dedicar un momento de la clase a la oración, dirigiéndola para que los niños puedan pedir por quien ellos quieran o dar gracias a Dios por lo que ellos quieran. Motivarlos a que hagan oración en casa.
·        A esta edad suelen recibir la Primera Comunión y participan en la Misa dominical.
El catequista deberá preparar el corazón de los niños para que tengan una ilusión enorme de recibir a Jesús, y comprendan y valoren lo que están haciendo. Después de recibir la Primera Comunión, recordarles lo importante que es la vida de gracia, para lo cual es necesario acudir al sacramento de la Penitencia.
 
Actividades más adecuadas para esta edad:
El dibujo. Modelado con plastilina o con arcilla. Dramatización. Entrevistas sencillas. Trabajos de recortar y pegar, iluminar. Lecturas sencillas de vidas ejemplares. Loterías del tema. Dominóes del tema. Juego del maratón de temas del libro.

Capítulo 4: Los niños de nueve años

 
 
A esta edad, los niños ya pueden comprender las actitudes humanas, las fuentes del bien y del mal. Comprenden que en su corazón hay fuerzas buenas y fuerzas malas y que deben combatir las malas y favorecer las buenas.
Aspecto físico
·        Necesitan movimiento, acción. Les gusta mucho jugar
El catequista deberá comenzar la clase con algo que les llame la atención: una adivinanza del tema, una anécdota, una pregunta, algún material visual del tema, figuras, etc.
Ya no les agrada que les pongan ejercicios motrices como aplaudir y subir y bajar las manos pues los sienten para bebés. Sin embargo, el catequista debe usar algún método para que se tranquilicen antes de empezar la clase: sentadillas, brincos, ejercicios de equilibrio y de silencios. Dar la clase con mucho entusiasmo y variando las actividades. Organizarles juegos y dinámicas en los que se pueda reforzar lo aprendido en los temas del curso.
·        Se acercan a la preadolescencia
Algunos niños pueden comenzar a presentar cambios físicos y emocionales en su persona. Pierden la espontaneidad y se convierten en personas muchas veces introvertidas y conflictivas. El catequista deberá detectar estos casos, que serán pocos, para atenderlos de manera especial evitando que se aíslen del grupo.
Aspecto intelectual
·        Atienden y entienden lo que se les enseña. Se pueden concentrar en el tema y retener ideas si es que les parece interesante y valioso.
El catequista deberá convencerlos de la utilidad de la clase de religión para toda la vida. Si el niño cree que es sólo memorizar, a eso se limitará, pero si ve que es algo útil para su vida, pondrá mucha atención y tratará de entender y aplicar las enseñanzas.
·        Tienen una imaginación viva y más real, no tan de fantasía.
El catequista deberá fomentar el uso de la imaginación para enriquecer y amenizar su clase y para profundizar en los temas. Hacerles preguntas para que lo logren; pedirles que se imaginen lo que leen y que enriquezcan estos conocimientos. Por ejemplo, enseñarles en un mapa dónde vivió Jesús y decirles que se imaginen cómo era la ciudad, cómo se vestían, qué hacían.
·        Gustan de las comparaciones, las historias y los ejemplos. Relacionan ideas para solucionar problemas.
Si el catequista puede apoyarse en historias o comparaciones interesantes, logrará mantener la atención por un período de media hora. Es un momento ideal para hablarles de las vidas de santos y de comparar las distintas historias del Antiguo Testamento para que recuerden las diferencias en las misiones y las virtudes entre un personaje y otro.
·        Son curiosos, quieren saber más cosas.
El catequista deberá aprovechar su curiosidad para plantearles preguntas que los obliguen a investigar y profundizar más en su conocimiento de Dios. Se les puede motivar con pistas, adivinanzas y acertijos.
Aspecto afectivo
·        Son cariñosos, espontáneos, extrovertidos, felices. Intervienen en las conversaciones y expresan sus emociones fácilmente. Generalmente están contentos.
El catequista deberá disfrutar esta hermosa edad y desarrollar la virtud de la alegría para que no sea algo externo, sino que nazca de dentro. Aprovechar su facilidad de expresión para platicar con ellos y conocer sus inquietudes y sus intereses. Darles la oportunidad de expresar lo que piensan y sienten en algunas dinámicas organizadas.
Promover la oración espontánea y los detalles de amor hacia Dios, hacia la Virgen, hacia sus padres y hermanos.
·        Son seguros de sí mismos, de su persona y de sus reacciones. Independientes y con conciencia de sí mismos.
Su imagen de ellos mismos ya no depende de lo que digan los adultos, pues ya son capaces de defender sus posturas y sus reacciones ante los acontecimientos. El catequista debe aprovechar para hacerles ver la importancia de actuar de acuerdo con su conciencia sin importar lo que digan o piensen de ellos los demás.
 
Aspecto social
·        Los niños suelen pelearse entre ellos y las niñas tienden a la crítica. Suelen separarse niños y niñas.
El catequista deberá ser capaz de manejar los conflictos cuando surjan y de orientar y encauzar estas actitudes hacia el respeto a las personas y la defensa de la verdad. Es un buen momento para hablarles del daño que puede causar la maledicencia y la crítica.
·        Sus amigos son muy importantes para ellos, les son solidarios.
El catequista deberá fomentar un clima en el cual se propicien las amistades. Se puede aprovechar para ampliar su espíritu solidario a su familia, a la Iglesia y a los más pobres y necesitados. Se puede dedicar un tiempo de oración para pedir por los amigos, las familias y las necesidades de la Iglesia y de cada uno de ellos.
·        Son serviciales; si se les da una responsabilidad, la quieren cumplir.
El catequista deberá aprovechar este espíritu de servicio para hablarles de ejemplos de personas que han vivido para servir a los demás. Se puede profundizar en la misión de rey que recibieron en el bautismo. Se les pueden asignar responsabilidades con la seguridad de que las van a cumplir.
 
Aspecto moral
·        Tienen conciencia de lo correcto e incorrecto y de la doble tendencia hacia el bien y el mal de los seres humanos. Quieren ser honestos, caritativos, respetuosos, sinceros, obedientes y se dan cuenta de que muchas veces no lo son..
El catequista deberá aprovechar esta conciencia para motivarlos a hacer un plan concreto que los ayude a ser tan buenos como ellos quieren y que los ayude a controlar las malas tendencias que tengan en su corazón, detectando los momentos de peligro, huyendo de las tentaciones y haciendo pequeños sacrificios para formar su voluntad.
·        Captan mejor lo que es el mal que lo que es el bien. Si actúan mal, sienten necesidad de confesar sus faltas.
Es un muy buen momento para insistir en la gran oportunidad que nos da Dios con el sacramento de la Penitencia para perdonarnos y empezar de nuevo tratando de ser mejores día con día. Hacerles ver la importancia de saber reconocer sus faltas y pedir una disculpa cuando se haya hecho daño a alguien.
·        Son capaces de juzgar, juzgarse y juzgar a otros. Se forman las bases de un criterio. Pueden ver causas y consecuencias de un hecho y captan que las personas pueden ser buenas o malas según las decisiones que toman.
El catequista deberá motivarlos para que al hacer estos juicios adquieran el hábito de ver lo positivo antes que lo negativo. Proporcionar las bases correctas para el criterio de los alumnos ( a Jesús le agradaría esto, cómo reaccionaría Jesús ante este hecho, etc.) Poner algún ejemplo del tema o la vida de algún santo para analizar su comportamiento en relación con Dios. Ver una película que tenga un mensaje para analizar las causas y consecuencias (Por ejemplo, La Princesita.) Que aprendan a juzgar los hechos y no a las personas. Ponerlos a pensar el por qué actuaron de determinada manera los personajes de alguna historia bíblica.
·        Les cuesta trabajo el sacrificio
El catequista deberá poco a poco enseñar el valor de salvación del sacrificio y motivarlos a llevar a cabo algunos a su nivel, como no pelear con sus hermanos, no criticar a los compañeros, dar algo de su dinero y de su tiempo a la gente que lo necesita, no comer un dulce, etc.
Aspecto religioso
·        Ya comprenden, viven y gozan los símbolos religiosos. Les gustan las oraciones comunitarias y las misas participativas.
El catequista deberá enriquecer a todo el grupo con estas vivencias y aprovechar los tiempos litúrgicos para vivir a fondo cada una de las fiestas propias de cada tiempo litúrgico.
·        Pueden concentrarse en la oración personal uno o dos minutos.
El catequista deberá procurar que exista este tiempo para dedicarlo a la oración personal dentro de la clase.
·        Continúan formando su imagen interna de Dios.
El catequista deberá decirles lo que piensa Dios de ellos, lo mucho que los quiere y que Él sabe lo que es mejor para nosotros. Motivarlos para que frecuenten los sacramentos y vivan siempre en gracia de Dios.
 
Actividades más adecuadas para esta edad.
Periódico mural. Dramatización. De las siguientes respuestas, ¿cuál es la correcta?. Comentar textos de la Sagrada Escritura. Redacta con tus palabras. Investigar en el Catecismo. Juego de preguntas y respuestas. Hacer encuestas. Escribir una oración. Lluvia de ideas. Localizar en el mapa. Presentar lista de.. Escribir en el cuaderno. Describe lo que significa para ti.

Capítulo 5: Los niños de diez años

 
A esta edad los niños viven sin presiones ni conflictos, no tienen problemas. En esta edad se les educará para que valoren la conciencia, que se ha ido formando en años anteriores, como guía de su conducta.
Aspecto físico
·        Se acercan a la preadolescencia. Algunos pueden presentar cambios físicos y emocionales en su persona.
El catequista deberá detectar los casos de niños que se empiezan a comportar como preadolescentes para darles apoyo y evitar que se aíslen del resto del grupo.
·        Siguen siendo muy dinámicos, necesitan acción. Gustan del juego.
El catequista deberá variar las actividades para evitar la pasividad y el aburrimiento. Organizarles juegos y dinámicas en clase que ayuden a reforzar y profundizar en los temas vistos.
 
Aspecto intelectual
·        Les interesan las historias reales, quieren comprender lo que pasa con las personas que los rodean y el mundo en el que viven.
El catequista puede aprovechar su interés para hacer un análisis de noticias actuales a la luz del Evangelio para que los niños aprendan a ver los acontecimientos con la mirada de Cristo. Puede pedirles alguna vez que busquen una noticia que tenga que ver con la Iglesia y la expliquen. Aprovechar su interés para pedirles que investiguen acerca de algunas personas que dedican su vida al servicio de Dios.
·        Tienden más a la acción que a la imaginación.
El catequista ya no deberá pedirles que se imaginen cosas, pues lo consideran aburrido. A partir de los diez años, conviene más, después de la explicación, realizar alguna actividad: dibujo, actuación, canto o juego.
·        Tienen gran capacidad de memoria: aprenden ejemplos, historias, puntos concretos y breves en resúmenes.
El catequista deberá incluir en sus clases ejemplos de personas valiosas que han vivido valores humanos y cristianos para que los recuerden. Es muy recomendable darles un pequeño resumen con ideas concretas y breves. Se puede hacer un juego de memoria o lotería para facilitar el aprendizaje.
Aspecto afectivo
·        Ya hay cierto equilibrio entre sus pensamientos y sentimientos.
Ya se puede empezar a hacerles pensar antes de actuar y a pedirles que expliquen las razones de sus sentimientos. Es más fácil controlarlos pues ya son capaces de dominar sus impulsos si se les explican las razones para hacerlo.
·        Son capaces de reflexionar sobre lo que sienten y lo pueden expresar. Sienten remordimiento cuando actúan mal. Expresan emociones positivas, suelen estar contentos.
 
El catequista puede aprovechar esta capacidad de reflexión para formar rectamente su conciencia, para hacerles valorar el sacramento de la Penitencia y para enseñarlos a valorar los sentimientos de los demás con respecto a sus propias acciones.
·        No les gusta ser regañados enfrente de otras personas.
El catequista deberá dar un trato muy personal a cada uno de los alumnos, y si necesita hablar con alguno acerca de un mal comportamiento, hacerlo en privado y buscando el momento oportuno.
 
Aspecto social
·        Tienen grupos de amigos que suelen ser como palomillas pero sin objetivos. Se sienten seguros de pertenecer a un grupo de amigos y les gusta pasársela bien con ellos.
El catequista deberá observar lo que sucede en cada grupito de amigos par detectar a los líderes y el ambiente que viven dentro de ellos. Motivarlos a buscar un objetivo o distintivo de su palomilla, evitando que se reúnan sólo para no hacer nada pues terminarán planeando fechorías, sino procurando que hagan algo provechoso para todos. Mantenerlos ocupados.
·        Las niñas pueden presentar un deseo de exclusividad en la amistad: mi amiga para mí. Los niños pueden ser crueles con algunos de sus compañeros que no se saben defender.
 
El catequista deberá estar atento a estas situaciones para enseñarles el valor del respeto y cariño por todos. Hacerlos conscientes del daño que se hace al ofender a los demás.
·        Los líderes del grupo son los que tienen más iniciativa y simpatía.
 
El catequista deberá detectar quiénes son y cómo piensan para saber qué valores están transmitiendo al grupo. También es importante detectarlos para que sirvan como medio para transmitir el amor a Jesucristo a los demás. Si logramos convencer al líder del grupo, los demás lo seguirán.
·        Niños y niñas no se gustan, suelen jugar por separado y criticarse.
El catequista, si maneja grupos mixtos, deberá estar pendiente para que no se den pleitos entre niños y niñas, sino propiciar el respeto en la clase.
·        Tienen gran capacidad crítica: son capaces de juzgar a las personas que los rodean. (si son tímidas, abiertas, inseguras, etc.). Juzgan mejor a otros que a sí mismos.
 
El catequista deberá crear el hábito en los niños de hablar sobre lo positivo de las personas, de sus cualidades, evitando la crítica y los juicios.
·        Las niñas manifiestan su egoísmo queriendo ser las primeras, hacer lo mejor y tener lo mejor, y en los niños, en hacer o tener lo que se les antoja, sin pensar en los demás. Quieren ser fuertes, populares, ingeniosos.
 
El catequista deberá aprovechar todas esas energías de querer ser los primeros y más fuertes para hacerlos crecer en su espiritualidad, en su vida con Jesús, para ser los “primeros ante Dios” y los más populares.
Aspecto moral
 
·        Pueden juzgar no sólo las buenas o malas acciones, sino las buenas o malas intenciones.
Antes, lo bueno y lo malo era lo que decían sus papás; ahora ya saben descubrir el por qué. El catequista puede presentarles películas en las que se pueda analizar algún hecho con sus causas, consecuencias y soluciones evangélicas. Todo esto ayudará a formar la conciencia.
·        Son sensibles a los valores vividos y dispuestos a identificarse con personas valiosas.
El catequista puede aprovechar para presentar ejemplos de personas virtuosas con los cuales el niño se pueda identificar y que lo motiven a adquirir esas virtudes.
·        Toman conciencia de lo verdadero y lo falso, lo justo e injusto, lo bueno y lo malo. Aplican esto a su vida y la de otros.
El catequista deberá enseñarles a escuchar su conciencia para que se convierta en la guía de su conducta. Obrar de acuerdo con la conciencia es obrar de acuerdo con los planes de Dios.
·        Saben lo que deben ser y lo que se espera de ellos. Gustan de las normas prácticas, claras, y breves. Les gusta cumplir con sus deberes. Quieren ser buenos, honestos, caritativos, respetuosos y sinceros.
El catequista se puede evitar los “sermones” cuando hay una falta. Los niños son conscientes de sus fallos y de las razones que hay para portarse bien. Hay que limitarse a recordar las reglas y aplicar las consecuencias, fomentando la responsabilidad, la sinceridad y la generosidad en el salón de clases.
·        Suele haber inquietudes sexuales entre los alumnos.
Si se presenta alguna pregunta en este terreno, el catequista deberá analizar el sentido de la pregunta para no dar información que los inquiete más de lo que estaban. Contestarla con naturalidad y tranquilidad, hablando de lo bello y lo bueno de la sexualidad, con sumo respeto hacia el don de la vida, y del amor entre el hombre y la mujer.
Aspecto religioso
·        Captan que lo que Dios quiere de ellos se manifiesta en su conciencia. Su conciencia es la voz de Dios que vive en ellos y quiere iluminar su mente y su corazón, para que vivan como Él quiere.
El catequista deberá enseñarles a escuchar su conciencia con ejercicios prácticos. Recordarles que si obedecen a su conciencia, están obedeciendo a Dios.
Se puede aprovechar para motivarlos hacia el espíritu de oración, como el mejor medio para mantenerse en contacto con Dios.
·        Si se dirige la oración, se pueden mantener concentrados más de dos minutos. Les gustan las oraciones recitadas todos juntos y también la oración personal.
El catequista puede llevar a cabo oraciones comunitarias en las que se invite a participar de forma voluntaria a los alumnos diciendo en voz alta sus peticiones.
·        Tienen una fe espontánea para creer y gustar de la relación con Dios, de las experiencias y acercamiento a la vida cristiana.
El catequista debe proporcionarles oportunidades para tener experiencias vivenciales de la fe en la oración, en la liturgia y en las clases de catequesis.
 
Actividades más adecuadas para esta edad:
Comentar textos de la Sagrada Escritura. Buscar citas en la Sagrada Escritura que vayan de acuerdo con el tema. Escribir una oración. Hacer una encuesta. Lluvia de ideas. Dramatización. Escribe en tu cuaderno. Investiga en el Catecismo. Periódico mural. Localizar en un mapa. Presentar lista de.... Describe lo que significa para ti. De las siguientes respuestas cuál es la correcta . Redacta con tus palabras. Escenificación. Reflexión. Rompecabezas. Loterías y dominóes de los temas del libro. Juego de preguntas y respuestas con los temas del libro.
 

Capítulo 6: Los niños de once años

 
 
A esta edad los niños están pasando por una serie de cambios a nivel físico y emocional. Comienza una etapa conflictiva, que genera sufrimientos. Se termina la edad de la tranquilidad, de la estabilidad.
Aspecto físico
·        Muchos presentan cambios en su cuerpo y con el crecimiento acelerado, generalmente están cansados y sin ganas de hacer nada.
El catequista debe saber distinguir entre el cansancio físico y la pereza. Fomentar el sacrificio para vencer el cansancio y ponerse a trabajar. Ponerles el ejemplo de Cristo y su labor; del Papa Juan Pablo II y sus viajes; de la Madre Teresa de Calcuta y su labor por los pobres.
·        Los cambios físicos y emocionales provocan sentimientos nuevos, dolorosos e inexplicables, por lo que pueden presentar un comportamiento insensato y agitado.
Aprovechar esta etapa de la vida de los alumnos para orientarlos e impulsarlos, pues en la manera como resuelvan los conflictos que se les presenten en ella, está el desarrollo de la persona, lo que llegarán a ser.
Aspecto intelectual
·        Tienen una mayor capacidad de concentración si el tema les interesa (una hora y más). Comprenden explicaciones elaboradas y razonamientos profundos. Pueden retener en su memoria gran cantidad de material.
El catequista deberá hacer atractiva la clase para que la encuentren interesante y se motiven a aplicarla a su vida.
Ya no son tan necesarios los objetos visuales y palpables: una buena explicación usando el pizarrón es suficiente para que entiendan los contenidos.
Es el momento adecuado para que memoricen los contenidos básicos y esenciales de la doctrina con sus causas y consecuencias, de modo que , aunque dejen de practicarlas en la adolescencia y en la juventud, las recuperen cuando lleguen a la madurez.
·        Su mente está inclinada no a la teoría, sino a la práctica.
El catequista deberá introducir el tema con alguna anécdota y utilizar numerosos ejemplos de cómo vivir lo que están aprendiendo para que le encuentren sentido a la teoría. Hablarles primero de la vida diaria de los santos y luego de lo que es la santidad; hablarles de personas alegres y luego de la alegría, de personas bondadosas y luego de la Bondad.
·        Tienen una imaginación creativa: de los elementos de la realidad buscan sacar partido para construir o divertirse. Esta imaginación los puede llevar a las exageraciones.
El catequista deberá aprovechar su imaginación para que hagan planes para el futuro en base a los propósitos de las lecciones de catequesis. Es el momento adecuado para introducir en ellos grandes ideales para su vida.
·        Suelen tener una incoherencia entre el pensar y el actuar. Saben que es buena la sinceridad y dicen mentiras; saben que es bueno obedecer, pero desobedecen; saben que es bueno ser pacientes, pero se pelean.
El catequista deberá hablarles acerca de la importancia de la autenticidad y de cómo pueden alcanzarla venciendo las dificultades que se les presenten.
Aspecto afectivo
·        Piensan siempre en sí mismos. Les interesa lo que consideran útil para sí mismos.
El catequista deberá demostrarles la utilidad de la religión para todos los aspectos de su vida. Hablarles del ciento por uno que ofrece Jesucristo, de la satisfacción por hacer el bien, de la paz y la alegría que genera la entrega a los demás.
·        Tienden al desorden, a la irresponsabilidad, a copiar y hacer trampa en los exámenes.
El catequista deberá mostrarles las ventajas del orden y la responsabilidad con ejemplos concretos. Deberá también exigirles orden en sus trabajos y tareas, pues su tendencia se debe más que nada a la pereza.
·        Comienzan a ser rebeldes, irritables y agresivos, pero al mismo tiempo se arrepienten con sinceridad, se proponen ser mejores y algunos son muy generosos.
El catequista deberá dejar bien claras las reglas de disciplina desde el primer día de clases para que las conozcan y sepan cuáles son las consecuencias.
El catequista deberá corregir cuando haya que corregir y mantenerse firme en el cumplimiento de las reglas del salón de clases.
Aprovechar la sinceridad en el arrepentimiento para que se acerquen al sacramento de la confesión y para que hagan programas de mejora con medios concretos.
·        Son seguros e inseguros: Se expresan con más seguridad al pensar y juzgar, pero se nota que algunos pierden la seguridad frente a los adultos y ante algunas situaciones. Pueden llegar a sentir temor y angustia.
El catequista deberá propiciar un clima en el que los alumnos se sientan seguros, brindándoles respeto y comprensión en todo momento. Estar cercano a ellos, de modo que el catequista no presente la imagen de un adulto, sino de un amigo con el que pueden contar.
*Quieren respeto y son irrespetuosos: Exigen respeto en su espacio, en su tiempo y en sus pertenencias porque tienen necesidad de éste para su estima y su seguridad, pero a la vez, no respetan nada de lo ajeno.
El catequista deberá aprovechar ese celo por lo propio para inculcarles la defensa de la Iglesia contra sus enemigos. Enseñarles a través de ejemplos a ponerse en el lugar de los otros para valorar y respetar lo ajeno en la misma medida que exigen respeto por lo propio.
·        Quieren ser libres y todavía necesitan dependencia: Necesitan decidir y organizar ciertas cosas, pero necesitan de una guía para que todo funcione bien.
El catequista deberá delegarles responsabilidades, demostrando la confianza que se les tiene y orientándolos para que las decisiones que tomen sean siempre de acuerdo con lo que Dios quiere de ellos.
Aspecto social
*Quieren relacionarse y temen hacerlo: existe un deseo de compañerismo y amistad, de pertenencia, pero al mismo tiempo sienten miedo de ser rechazados y se aíslan.
El catequista deberá estar atento a las amistades y los grupos que se vayan formando y principalmente a los alumnos que se aíslen de los demás para darles atención especial de modo que adquieran confianza y seguridad en sí mismos.
·        Se reúnen con los amigos para estar juntos, para pasarla mejor y divertirse.
El catequista deberá involucrarse con ellos para conocer a los grupos de amigos y saber qué les gusta hacer, en qué se distraen, cómo se divierten, dándoles ideas para encauzar su amistad hacia algo bueno.
·        Son buenos compañeros, los pleitos se resuelven más fácil entre los niños que entre las niñas.
El catequista deberá fomentar el compañerismo y evitar tomar partido en los pleitos de los niños, dejando que ellos los resuelvan recordándoles de hacerlo de una manera cristiana. Preguntarles cómo actuaría Cristo en su lugar ante este problema.
·        Reciben influencia no sólo de sus padres sino de sus maestros, amigos y líderes de moda.
El catequista deberá conocer el medio en el que están viviendo los niños: películas, música, diversiones, paseos, deportes y presentarles modelos de vida superiores a los que puedan imitar. Es muy recomendable hacer un análisis de los programas, películas y canciones de moda para enseñarles a verlos con un espíritu crítico y a no creer ciegamente lo que les dicen los medios de comunicación.
·        Algunas niñas muestran interés por el sexo opuesto y algunos niños tienen inquietudes sexuales.
El catequista deberá mostrarse interesado en sus problemas para encauzarlos y contestar con naturalidad las dudas que puedan surgir en el terreno de la sexualidad.
Aspecto moral
·        Les es difícil obedecer por el desarrollo de la libertad, pero al mismo tiempo les es atractivo seguir caminos de virtud y heroísmo.
El catequista deberá proponerles testimonios de personas valiosas para que les sirvan de ejemplos a seguir y a imitar. Que no sientan que se les está obligando, sino por el contrario, que estos modelos sean tan atractivos que los escojan libremente. Aprovechar su espíritu de rebeldía para que se animen a rebelarse en contra de los anti-valores que se viven en la sociedad y se atrevan a ser diferentes.
·        Suelen ser presa de sus antojos y pasiones y se dejan llevar por los impulsos de su temperamento, pero son capaces de sacrificios y esfuerzos para superarse.
El catequista deberá mostrarles el peligro de dejarse llevar por sus antojos, y motivarles a formar la voluntad con pequeños sacrificios para que sean capaces de vencerse a sí mismos. Aprovechar sus deseos de libertad para demostrarles que sólo serán libres si son capaces de dominarse a sí mismos. Ponerles ejemplos de personas que han perdido su libertad quedando atrapados en la droga, en el alcohol o en el vicio por dejarse llevar por sus antojos.
·        Perciben los valores y los antivalores
El catequista deberá aprovecharlo para analizar casos de la vida real en donde los alumnos perciban claramente la recta manera de actuar.
Aspecto religioso
·        No sólo saben que Dios es bueno, sabio y poderoso, que nos muestra su amor con todo lo que nos ha dado, y que nos habla a través de su palabra y de nuestra conciencia, sino que Dios quiere que seamos santos.
El catequista deberá presentarles la santidad como algo atractivo y evitar las imágenes de santos con aureolas y ojos en blanco.
·        Brota la devoción a la Virgen María con naturalidad.
El catequista deberá explicarles que la verdadera devoción a la Virgen estriba en la veneración e imitación de sus virtudes. Explicarles el significado de las imágenes y los ritos religiosos en torno a la devoción mariana para evitar que los vean como superstición o fanatismo de algunos, sino como expresiones del amor a María.
·        Tienen capacidad de concentración para la oración, no por mucho tiempo, más bien poco (dos o tres minutos).
El catequista deberá dirigir los momentos de oración para lograr tener una mejor atención de los niños.
·        Les gusta participar en la liturgia leyendo, llevando las ofrendas, interviniendo en algo.
El catequista deberá planear la participación de los niños en la Santa Misa y en las actividades propias de los tiempos litúrgicos de la Iglesia. Fomentar en ellos su participación en los sacramentos y que puedan experimentar la vida de la Iglesia. Recordar que a esta edad necesitan estar cerca de Jesús por medio de la frecuente recepción de los sacramentos y por vivencias que les motiven y les refuercen la vivencia de la fe cristiana.
·        Tienen sentimientos encontrados: fidelidad a su vida junto a Cristo y el ir a la aventura por otros caminos que no son del Evangelio.
El catequista deberá motivarlos a vivir de acuerdo con su conciencia, que la sepan escuchar y que sepan hacer un buen uso de su libertad. Hablarles de los peligros de la ancha senda que lleva a la perdición y de las ventajas de entrar por la puerta estrecha.
Actividades más adecuadas para esta edad:
Dramatización. Mural. Póster. Audiovisual. Fotopalabra. Comentar palabras del Evangelio. Comparación de textos. Grabar encuestas en audiocassette y vídeo. Investigaciones en enciclopedias o libros. Juego de la búsqueda del tesoro con preguntas. Juego de maratón con preguntas. Dominó de los temas del libro. Concursos.
 

Capítulo 7: Los niños de doce años

 
 
A esta edad los niños necesitan afirmar su personalidad comprendiéndose a sí mismos y con relación a otros. Esta afirmación la realizan por medio de la oposición y la rebeldía.
Aspecto físico:
·        Empiezan francamente con los cambios físicos y psíquicos propios de la preadolescencia.
El catequista debe comprender que sus estados de ánimo pueden ser variables, pero debe enseñarles a controlarlos, mostrándoles que sólo se es verdaderamente libre cuando uno es capaz de dominarse a sí mismo.
·        Cuando están inquietos tienen una energía desbordante, sobretodo los hombres a quienes les gustan los juegos duros, de competencia.
El catequista puede aprovechar esta energía para organizar con ellos misiones urbanas o actividades de ayuda a los pobres y enfermos.
·        Les gusta el deporte al aire libre y todo aquello donde haya movimiento.
El catequista puede organizar alguna convivencia con partidos de basket ball, foot-ball, volley-ball con la finalidad de fomentar el espíritu de equipo, el compañerismo, la tenacidad y el esfuerzo.
·        Son amantes de la naturaleza, de los animales.
El catequista puede organizar alguna salida al campo para aprovechar la experiencia con la naturaleza como medio para enseñar el gran amor de Dios, su infinita sabiduría y su bondad hacia nosotros los hombres.
Aspecto intelectual:
·        Tienen capacidad para responder preguntas que los hagan pensar. Esto les da la oportunidad de sentir que ellos mismos han descubierto algo.
El catequista debe planear con anticipación las preguntas que les hará durante la clase, de modo que la forma de plantearlas los lleve a pensar y a hacer suyo el aprendizaje.
·        No les gustan las explicaciones largas y confusas
El catequista debe evitar los largos discursos y presentar los temas con esquemas claros y concisos.
·        Para ellos “saber” significa entender y recordar.
El catequista debe utilizar un lenguaje claro y aclarar todos los conceptos. Preguntar y recordar lo que se ha visto en temas anteriores para tener al día el aprendizaje de los alumnos. Relacionar con ejemplos todo lo que se va aprendiendo. Evaluar constantemente.
·        Necesitan saber que lo que se les va a enseñar es valioso; esto les suscita interés por la materia.
El catequista debe demostrarles la utilidad de la religión para todos los momentos de su vida. Mostrarles ejemplos de cómo es siempre más feliz el que cumple la voluntad de Dios que el que vive para sí mismo. Hablarles de la divina providencia, del ciento por uno, de las bienaventuranzas, de la recompensa eterna.
·        Les gusta competir y triunfar.
El catequista puede organizar juegos y dinámicas de competencia para evaluar su aprendizaje intelectual ( búsqueda del tesoro con preguntas de los temas de la clase; dominó de los temas de la clase, etc.)
Aspecto afectivo:
·        No se dejan dominar por sus sentimientos delante de otros. Les gusta, si se presenta la ocasión, que les pregunten sobre sus sentimientos con seriedad y respeto.
El catequista debe tratar individualmente a cada alumno para conocerlos con profundidad y saber cuáles son sus verdaderos sentimientos. Valorar y respetar el aspecto sentimental de la vida de los alumnos. Evitar preguntarles por sus sentimientos en público.
·        No les gusta que los critiquen ni que se burlen de ellos.
El catequista debe propiciar un clima de respeto entre los alumnos y evitar las críticas negativas dentro del salón de clases. También debe estar atento a los casos de alumnos que son criticados o molestados por el resto del grupo para darles atención especial y enseñarles la manera de evitar, contrarrestar, ignorar o suprimir dichas críticas.
·        Tienen un gran apego a sus cosas.
El catequista puede aprovechar para enseñarles el justo valor de las cosas materiales dentro de una escala de valores y educarlos en la virtud del desprendimiento y de la generosidad. También se puede aprovechar para promover ese apego a lo propio en función de la defensa de sus valores personales: que no permitan que agentes externos se los destruyan.
·        Tienen actitudes negativas, afán de contradecir, pelear, criticar y molestar.
El catequista debe aprovechar este afán para organizarles “peleas” organizadas: debates, mesas redondas, discusiones ordenadas, críticas a los anti-valores de la sociedad, etc.
·        Son poco sensibles a los sentimientos de otros.
El catequista debe enseñarlos a pensar en los demás, a ponerse en el lugar del otro para percibir sus sentimientos.
·        Comienzan a desarrollar su independencia y a tomar sus decisiones
El catequista debe orientarlos en el uso de su libertad, mostrándoles los peligros que existen y enseñándoles a aceptar las consecuencias de sus decisiones y de sus actos.
·        Tienen conflicto entre lo que se les antoja y lo que les dicta su conciencia.
El catequista debe motivarlos continuamente a que escuchen a su conciencia y no se dejen engañar por el brillo de las tentaciones. Alertarlos contra los peligros de la publicidad, de los lugares públicos y de los medios de comunicación. Enseñarles a que cuidar todo aquello que entre por sus sentidos para que no se deforme su conciencia.
 
Aspecto social:
·        Les encantan las reuniones para pasarla bien con otros amigos. Tienen una relación con sus amigos no muy profunda pero muy importante, pues con ellos aprenden a adaptarse, comportarse, considerar, decidir.
El catequista puede y debe organizar actividades extra-clase en lugares controlados en los que los alumnos tengan la oportunidad de divertirse con sus amigos manteniéndolos ocupados en actividades sanas y productivas. Se debe aprovechar también para presentarles a Jesucristo como amigo, pues entienden bien lo que es la amistad y la valoran mucho.
·        Para las niñas las relaciones con sus amigas son más afectivas y complicadas.
El catequista debe ser consciente de que surgirán conflictos y estar preparado para escuchar, orientar y sanar heridas sentimentales.
·        Les gusta el trabajo en equipo.
El catequista debe fomentarlo con las actividades de la clase y los trabajos extra-escolares, cuidando de dar a cada uno de los integrantes algo que hacer y evitando que sean más de cinco en un equipo ( dramatización, grabación de encuestas, elaboración de audiovisuales, etc.)
·        Muestran interés por el sexo opuesto.
El catequista debe recordarles el valor del respeto y fomentar en la clase un clima de compañerismo en el que se evite la formación de parejitas. Es normal que se gusten, pero no es recomendable que empiecen con noviazgos prematuros.
·        Adoptan actitudes excéntricas para llamar la atención y ser distintos a los demás.
El catequista puede aprovechar este afán de llamar la atención, motivándolos a que se atrevan a ser diferentes al resto del mundo y se caractericen por ser cristianos auténticos en su modo de hablar, de comportarse y de vestir.
Aspecto moral:
·        Tienen un vivo sentimiento del bien y del mal. Pueden dar juicios de valor al juzgar actitudes humanas y casos de moral sencillos.
El catequista puede presentarles películas, escogidas y vistas con anterioridad, en las que se puedan analizar actitudes de las personas para que ellos digan por qué están bien o mal (el egoísta, el generoso, el apegado a las cosas materiales, etc.).
·        Piensan poco: su conciencia está llena más de sentimientos que de razón y está muy influida por los juicios de sus padres y maestros.
El catequista debe seguir formando la conciencia dando buen testimonio con sus palabras y con su actuar.
·        Saben que las causas del bien y del mal están en el corazón del hombre, y que el remedio al egoísmo es el amor.
El catequista puede motivarlos a mantener limpio su corazón analizando siempre con sentido crítico las influencias del medio ambiente, de la publicidad y de los medios de comunicación.
·        Son capaces de sacrificio y esfuerzo para superarse.
El catequista puede aprovechar para motivarlos a la superación evitando la mediocridad. Presentarles vidas valiosas y reflexionar sobre éstas. Proponerles grandes ideales para que los muevan al sacrificio y al esfuerzo.
·        Se desalientan cuando caen en la cuenta de sus fallas o limitaciones.
El catequista debe siempre animarlos a seguir adelante en la vida a pesar de sus limitaciones.
Aspecto religioso:
·        Se entusiasman por el camino que les presenta el sacerdote o el maestro.
El catequista debe aprovechar esta posición de liderazgo para presentar a los alumnos grandes ideales de vida. Mostrarles con el ejemplo, la alegría y la paz que genera el cumplimiento de la voluntad de Dios en la fidelidad al matrimonio, en el trabajo, en la familia y en las diversiones.
·        Les puede gustar un Retiro.
Es el momento ideal para organizar un fin de semana de retiro en el que se combinen los sacramentos con actividades espirituales, formativas, deportivas y de esparcimiento. Una experiencia espiritual fuerte en esta edad los puede marcar para toda la vida.
·        Conservan el gozo de seguir a Cristo pero las tentaciones los ponen en un conflicto.
El catequista deberá motivarlos a vivir de acuerdo con su conciencia: que la sepan escuchar y que sepan hacer un buen uso de su libertad. Hablarles de la maravilla que es la amistad de Jesucristo. Hablarles y alertarlos contra los peligros del medio ambiente. Explicarles que la mejor forma de vencer la tentación es huyendo de ella.
·        Les cuesta ir a la Iglesia, están menos interesados por las oraciones y devociones.
Ya no están dispuestos, como un año antes, a participar y ayudar en las celebraciones. No es recomendable obligarlos a que ayuden más allá de lo que piden los mandamientos. El catequista deberá conformarse con motivarlos para que cumplan con gusto lo indispensable: oración diaria, misa dominical, comunión y confesión frecuente. No es conveniente llevarlos a celebraciones largas, pues su cuerpo y su mente no están en la situación adecuada para mantenerse atentos.
·        En algunos se pueden presentar dudas de fe.
El catequista debe resolver estas dudas de la manera más clara posible en el momento que se presenten, pero cuidando siempre que no estén haciendo preguntas sólo para distraer la atención de todo el grupo.
Actividades más adecuadas para esta edad:
Dramatización. Mural. Póster. Audiovisual. Fotopalabra. Comentar pasajes del Evangelio. Comparación de textos. Grabar encuestas en audiocassette y vídeo. Investigaciones en enciclopedias. Juegos organizados: dominóes, loterías, búsqueda del tesoro, maratón, dígalo con mímica, ahorcado. Concursos por equipos.


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